Estrategias narrativas.

«EL POZO Y EL PÉNDULO» de Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe es un escritor estadounidense reconocido como uno de los maestros universales del relato corto y especialista en cuentos de terror.  Una de sus muchas creaciones es «El pozo y el péndulo«, un cuento macabro que combina lo gótico y lo psicológico, creando en el lector una sensación de misterio y angustia hasta el final de sus líneas.

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dentro de un pozo

El peso de sus palabras cala en la mente del lector, adentrándonos en el horror desde el primer momento en que nos sumergimos en la lectura. Es el miedo, el misterio y esa eterna duda ante la muerte la que crea el entorno perfecto.

La primera imagen que nos evoca hace que el ambiente adquiera un color negro-grisáceo, y los espacios se compriman, haciendo de este un lugar angosto y agobiante. Y todo ello como consecuencia del uso que hace del léxico, el cual posee una gran carga negativa. Podemos observarlo en el uso del adjetivo «agotado», de sustantivos como agoníasentencia de muerte, de verbos como desataron, y un largo etc. Son palabras que denotan cansancio, falta de vitalidad, asfixia, ansiedad, sufrimiento…en el lector, creando por tanto una empatía de este con el personaje protagonista del relato.

Este protagonista, a quien ni siquiera conocemos, por lo que narra y por las condiciones en las que lo narra, nos da a entender su pésimo estado, y nos conquista por la pena. En sus palabras notamos cansancio, dolor y sufrimiento hasta el punto de llegar a perder el conocimiento. Como lectores nos imaginamos sus lamentables condiciones, la debilidad física de este, y por tanto, y a pesar de que es el propio protagonista quien nos relata su historia y sensaciones en primera persona; el lector empieza a padecer y a sentir en su piel y en sus vísceras, todas y cada una de sus emociones, miedos y sufrimientos, como si de una simbiosis se tratase.

Tras una larga agonía que precede al personaje, pero que nosotros desconocemos, el protagonista aparece medio moribundo en un sitio del que no se da ningún detalle. Es entonces cuando el lector es capaz de crear desde ese momento una escena terrorífica para ubicarle, haciendo con el pincel de su imaginación, un lienzo pintado a trazos a través de las palabras del protagonista, y guiado por la mano de sus propias emociones y sensaciones. Es aquí donde antes de desmayarse, y casi entre sueños, somos conocedores de que el protagonista estaba sentenciado a muerte por la Inquisición.

Entonces sumido en terribles pesadillas bajo la idea de sentencia de muerte, rondaban incesantemente por su subconsciente imágenes de sus verdugos. Todas las alucinaciones que tuvo, se disiparon cuando llegó a su cabeza la idea de «descanso en la tumba», y todo se redujo a noche, a silencio, a la nada…pero a una constante lucha interior entre la vida y la muerte. Esta situación que se da en el personaje nos hace nadar en un sin fin de dudas y preguntas: ¿cómo actuaríamos si fuésemos él en ese momento?, ¿en qué pensaríamos si supiéramos que vamos a morir, en cómo lo haríamos, en cómo lo afrontaríamos?, ¿me resignaría o lucharía hasta el final?, ¿tendría miedo?…Y entre todas esos miedos tan humanos como lo es el sufrimiento y la muerte, ese misterio y esa intriga constante sobre cuándo dejara se sufrir, cómo serán las torturas a las que le someten, cuándo puede morir y qué pasará al final; son todas esas preguntas las que hacen que el autor nos tenga enganchados de principio a fin y que inevitablemente se cree esa empatía entre lector-protagonista, por el hecho de imaginarnos en una situación semejante.

Y entre tanto delirio y bagaje mental, en ese abisal estado de vacío, y un sin fin de sensaciones; de repente nota el protagonista nota el latir de su corazón. Todos y cada uno de los diferentes estados y sensaciones que describe llegados a este punto, provocan en el lector una sensación de inestabilidad, de vahído vital, de pesadilla, de no poder escapar de la angustiosa experiencia de ser y no consciente a la vez, una terrible sensación de no ser capaz de dirigir ni los pensamientos, de no saber sobre qué lado de la línea recae más el personaje: si sobre el suspiro de la vida, como si de su renacer se tratase, o si recae más sobre el que será su último aliento y por consiguiente, su muerte.

Tras aquella lucha, observamos al protagonista tumbado, sin ataduras, y con miedo de abrir los ojos por el hecho de no poder ver. Como podemos observar, el autor juega con cosas tan importantes, necesarias y vitales como son los sentidos para crear esa escena tan tenebrosa y favorable de un cuento de terror. No es casual que juegue con nosotros en algo así y nos lleve a situaciones extremas donde nuestros mayores temores humanos y vitales florecen. Aquí somos conscientes del apego que tenemos a los sentidos corporales por el hecho de conectarnos a la vida y hacernos disfrutar de ella, y el miedo que nos crea la incapacidad de contar con ellos, aunque son los sentimientos y no los sentidos los que nos mantienen vivos. Del mismo modo juega con el miedo que tenemos a la muerte, a la oscuridad y la correlación que tiene esta con la ausencia de los sentidos, provocando una gran incertidumbre, pánico y una sensación angustiosa y asfixiante no solo en el protagonista, si no también en el lector. Ante toda esa oscuridad, vemos cómo el personaje haciendo uso de la razón reflexiona en torno a dónde puede estar mientras espera su muerte. Y sin reconocer su habitual celda de Toledo, a tientas y en busca de algo de luz avanza por esta. Tras ello se acuerda de los rumores que corrían sobre los calabozos. Era consciente que su muerte iba a ser amarga, pero lo que le desesperaba era el no saber cuándo se produciría.

Pasaba el tiempo midiendo su calabozo, pero no pudo averiguar la forma que tenía su fría y húmeda cueva. Tras intentar medirla en línea recta, y caerse contra el suelo, fue consciente de que había caído al borde de un pozo circular que olía a setas podridas. Dejó caer en él una piedra y tras chocar con las paredes del pozo, cayó en el agua. Se sintió feliz de salvarse de tal horrible caída, pero tras ello fue consciente que una terrible muerte le esperaría entonces. Retrocediendo hasta la pared por miedo y cobardía se hacía pequeño ante la situación y su imaginación. Entonces encontró pan y un cántaro de agua y tras bebérsela quedó sumido en un profundo sueño. Cuando este se despierta, el protagonista toma conciencia de que había medido mal la habitación, y que su forma no era irregular, sino cuadrada. De modo que el lector se percata del poder que tienen los sentidos, porque cuando carecemos de ellos y nos encontramos sumidos en una oscuridad absoluta, agudizamos el ingenio y la imaginación para suplir dicha ausencia.

El protagonista ha conseguido burlar a la muerte, pero tiene que seguir enfrentándose a nuevos misterios y miedos. Se encontraba atado a una especie de armadura de madera, estando solo libre su cabeza y su brazo izquierdo, y encima de ella un péndulo en forma de cuchilla de modo que atravesase la región de su corazón que moviéndose de un lado a otro caía con el paso del tiempo sobre su cabeza. A su lado había un plato de comida, la cual se comieron unas ratas que salieron de un pozo, dejando tan solo unas migajas.  El autor describe minuciosamente la imaginación del personaje, pues este es capaz de sentir hasta el sonido que produciría el péndulo al rajar sus prendas; describe su sofocada respiración, sus intentos de soltarse, e incluso de parar el péndulo. El autor detiene el tiempo a su antojo y lo llena de descripciones minuciosas y sensoriales para jugar con nosotros, y así aumentar la tensión del relato y provocar :el miedo, la agonía, la angustia, la desesperación e incluso la locura exacta en la que somos plenamente conscientes de que el tiempo pasa, que no hay solución y que el péndulo sigue bajando hacia su pecho con su afilada cuchilla.

Al fin y ante tal situación límite, el personaje recurre a su ingenio, y valiéndose de las ratas decide frotar con los restos de la carne que había en el plato la única cuerda que unía sus extremidades, para que estas saltasen sobre su cuerpo y deshicieran la cuerda. De modo que utiliza a estas como un instrumento de salvación, y aún augurando una situación desagradable, prevalece su lucha ante la vida por encima de la sensación de repulsión.   De nuevo remite una imagen angustiosa, sofocante y repugnante del trajinar de estas sobre su cuerpo:

«Se apretaban moviéndose y se amontonaban incesantemente sobre mí. Sentía que se retorcían sobre mi garganta, que sus fríos hocicos buscaban mis labios»

Su plan fue tal como esperaba y pudo salvarse justo a tiempo, y el péndulo ascendió hacia el techo. La alegría le invadió hasta que fue consciente de que seguía en las manos de los monjes de la Inquisición. Su constante tormento no era otro que a pesar de superar las distintas torturas, estar destinado a morir sin saber cuándo, y esto invadía su mente y le inundaban de miedo. Vemos cómo el autor juega con la prolongación de la agonía para mantener enganchado al lector con el misterio hasta el final, y que una vez más, empaticemos con el personaje en el agotamiento, desorientación, desesperación y espera de la muerte.

Y tras superar la tortura del péndulo, la habitación iba estrechándose poco a poco hasta acabar aplastando al protagonista, mientras las paredes incandescentes de calor quemaban su cuerpo. El protagonista entre llantos lamentaba haber superado los obstáculos y no haberse tirado al pozo. Y como si del despertar de un sueño se tratase, un fuerte sonido de trompetas inundó la habitación, las puertas se echaron hacia atrás y el general Lasalle le agarró del brazo antes de que desfalleciese. Las tropas francesas habían entrado en Toledo y le habían salvado inesperadamente de una terrible muerte. Y es entonces cuando el lector puede suspirar tras tanta presión acumulada entre tanta tortura , angustia, miedo, lucha y en el fondo esperanza de salvación.

Poe se basa firmemente en otras historias de terror anteriores y en los libros de historia publicados en la Inglaterra del momento, relatando los horrores de la Inquisición. El prisionero es salvado finalmente por las tropas francesas del general Antoine-Charles-Louis de Lasalle del primer imperio francés en su toma de Toledo, recurriendo a un hecho verídico para situar la historia dentro de la ficción y hacer que parezca más realista.

Os adjunto un enlace para que naveguéis por las leyendas de Toledo y descubráis la capital de Castilla-la mancha que aún posee misterios, rutas y arquitectura desde sus orígenes, incluida la época de la Inquisición: Pincha aquí