Microrrelato

Queridos lectores:

Hoy os traigo un microrrelato creado entre mi compañero Ismael Galván y yo. La idea principal para realizar el cuento fue partir de un chiste, y en torno a él crear una trama que potenciase nuestra temática, de modo que teníamos que mezclar humor con crítica social de algún aspecto actual y jugar a la vez con la velocidad temporal (acciones seguidas, onomatopeyas…), con el peso de las palabras que fomenta la connotación de cansancio vital, y a la vez, fomentar la intriga del cuento con ese final misterioso y abierto, que puede crear numerosas posibilidades en torno a él, por ejemplo si le pillan o no, dónde se esconde, y sobre todo, que ha dado un golpe en la mesa, pero ¿qué le depara tras su acción?.

Como podemos observar, la narración se cuenta en tercera persona, y se mezcla con un único diálogo pertenecinte a un chiste existente.

El narrador es omnisciente y a pesar de justificar las acciones y maneras de pensar del protagonista, no aporta ningún tipo de detalle de este. No hay ningún tipo de descripción ni característica que represente al personaje, incluso desconocemos su nomre, porque de hecho, no hay principal como tal configurado. Ese personaje podemos ser todos, no tiene una edad definida y se desenvuelve en torno a una situación muy cotidiana y muy rutinaria en la que todos, podemos estar o estamos, sumergidos.

Todos conocemos a alguien, vivimos o viviremos, una situación semejante, donde nos encontremos con trabajos mediocres y poco revalorizados, con jefes explotadores etc. Es un tema vigente hoy en día y que tenemos muy a flor de piel en nuestras vidas personales o cercanas… Por eso el hecho de incidir en que sea un personaje que no esté definido y caracterizado.

Hemos querido hacer una crítica por tanto a esos trabajos mediocres, y tan abundantes hoy en día, que se encargan de contratar cada vez a más gente bajo el famoso título de «becario» y durante muchos años, con el objetivo de explotarle, y así, las «altas esferas» poder inflar sus propios bolsillos y sin ningún remordimiento. A costa de eso sus trabajadores están quemados, humillados numerosas veces, y sobrellevando una vida precaria económicamente. Pero con ello, hemos pretendido también fomentar un mensaje alentador de esperanza hacia lo que debería ser, que es ese golpe en la mesa para valorarnos, darnos a respetar, pero sobre todo, para animar e incentivar el cambio en el lector, a cambiar de rumbo si lo que hay en su vida no le gusta. Y esto podemos verlo perfectamente en el cuento, tras esa pequeña pincelada de la vida del becario, a la que tras un golpe en la mesa, decide poner punto y aparte a su antigua vida.

Como dijo Albert Einstein: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo«.

Espero que os guste y disfrutéis leyéndolo. Un saludo.

«Soy mi propio jefe»

Otra vez el maldito despertador. Su taladrador sonido le invitaba a volver a su infernal rutina. Y así día tras día. Otra vez llegaba tarde a trabajar. Sumergido entre semáforos y atascos, su cabeza no dejaba de volar. Estaba harto de su vida, cansado de su rutina, estancado y explotado en su trabajo por su jefe, pagando mucho de alquiler, cobrando poco y viviendo con menos …

Convivía con la constante incertibumbre de qué hacer para cambiar el rumbo de su vida. Desde esa mañana, y para entonces sin saberlo, todo cambiaría.

Oye becario -dijo el jefe acercándose a su mesa-, esta mañana se me ha ocurrido una pregunta, y nadie se atreve o no saben responderme. Seguro que tú sabrías la respuesta adecuada. Si te tirases a mi mujer, ¿qué sería, placer o trabajo?

Un sudor recorrió su espalda. No sabía que contestar, seguro que tenía trampa… y tenía que decir rápido algo inteligente. A su alrededor y en cuestión de segundos se formó un corrillo de «porteras lameculos» del jefe. Estaba claro que quería ridiculizarle en público.

Seguramente si tirarse a su mujer fuese trabajo, ya lo hubiera tenido que hacer yo, pero si le soy sincero, lo haría con mucho placer…

Todos se rieron, menos su jefe. Y lejos de sentirse mal, le dio un subidón de adrenalina inexplicable.

Esto le hizo pensar, su cambio había llegado, podía sentirlo.

Ese día decidió salir antes de trabajar. Se dirigió a la casa de su jefe, timbró la lujosa puerta y le recibió una mujer en camisón. Sin darse apenas cuenta estaba dentro de su casa, sentado en su sillón y entablando conversación con su mujer. Su mirada y sus palabras mostraban lo sola y desatendida que estaba por el marido. Y en cuestión de minutos estaban en la habitación. Empezando por los pies, subiendo por sus caderas, pasando por su vientre…y cruzando sus miradas entre besos y gemidos. Lo había hecho, consiguió ascender a los cielos dentro de su propio infierno.

El reloj de cuco retumbaba por toda la casa anunciando las 9 menos cuarto.

El marido estaba a punto de llegar. Tic- tac, tic-tac. Y entonces…, de lejos, una llave entrando por el picaporte de la puerta principal…

11783123-El-acabado-final-ltimo-cap-tulo-de-libro-escrito-tinta-pluma-Foto-de-archivo